En el Puente de Calicanto resuena,
por el Mapocho y andar decidido,
a mula parda, con vigor desmedido,
menudas pezuñas en redoble corriera.
El camino de Chile a Santiago marcó,
de cabellos negros revoltosos se empeña,
moreno de piel y estatura pequeña,
entre petacas de cuero un hombre avanzó.
Cruzó el basural, pestilente y colmado,
en gastado chaquetón y gris sobriedad,
de rígido cuello alzado,} los ojos en humildad,
en la fangosa calle San Pablo su rumbo enfocado.
Un chambergo en ala corta de copa elevada,
sus ojos vivaces, con cansancio velado,
contemplaban el mundo avanzaba alocado,
completaba su atuendo una imagen centrada.
A medida que la mula, al trote por el callejón,
casonas de adobes deformes su vista captura,
las zambas barrían, mientras al aguatero murmura,
zaguanes y mulatas baldeaban afuera del caserón.
Carretas chirriantes las ruedas que gemían,
las huellas en el barro cada una acentuaba,
como cabros montañeses su risa elevaba,
chiquillos zaparrastrosos raudos se movían.
Los huasos haraganeaban al sol adosados,
en el viento agitados los manteles revoloteaban,
con su paso agotado a la capital así entraba,
el hombre en su mula parda al destino llamado.
Un poco aturdido en la calle se paró,
frente a hitos piramidales, la mula detuvo,
Aduanas reales decía un cartel en estuco,
más allá a un portón de bodega se asomó.
En el patio circular un abrevadero centella,
el agua verdusca allí la mula ató,
carretas y animales de carga, el lugar congestionó.
confuso el viajero su vista destella,
A unas puertas la gente entraba y salía,
sorteando obstáculos el viajero se acercó,
tras consultar al director de Aduanas se halló,
apoltronado en su mesa una vista recibía.
Paquetes diversos olores de especias revolvían,
vainilla, orégano, chocolate, tabaco emanaban,
el viajero, sombrero en mano su hablar terminaba,
sus papeles extendió y su identidad mostraría.
Respiró afanosamente y los papeles desplegó,
el director obeso y con ronquera asmática,
de modo que vuestro nombre es con voz enfática,
Carlos Rodríguez de Herrera y Zevallos, se apresuró.